Hace una semana estuvimos con los chic@s de Estiber disfrutando de una Cool Experiences en Andorra.
Estiber es una agencia de viajes con una clara orientación digital on line, con más de 20 años de experiencia en el sector de los viajes a la nieve. Junto a otras webs y bloggers dedicados al mundo de la nieve, nos propusieron disfrutar de un fin de semana de nieve, donde las experiencias podrían ser contadas con toda libertad y donde el snow, el esquí y la gastronomía formarían parte de nuestro fin de semana.
Todo comenzó en la estación de Barcelona-Sants, donde un autobús nos llevó hasta Andorra. Lo bueno de viajar en bus es que te despreocupas de la conducción y ya puedes centrarte en el finde. Se palpaba en el ambiente las ganas de nieve de todos los invitados. A medida que nos alejábamos de Barcelona y nos acercábamos a nuestro destino, la charla con los vecinos de asiento, el ambiente general, las inquietudes compartidas con el resto de viajeros…
El viernes dio para poco. Llegamos a Les Escaldes, al centro neurálgico de Andorra, hasta el hotel Delfos. Después de pasar por recepción y acomodarnos en nuestras respectivas habitaciones, tuvimos una agradable cena en el restaurante del mismo hotel con los chic@s de Estiber, que nos explicaron a que se dedicaban, como planificaban y orientaban sus viajes y sus aventuras de nieve. Cenita y a dormir, que el día siguiente prometía ser intenso.
El sábado comenzaba la verdadera Estiber Cool Experiences. A las 7 de la mañana, a desayunar, para dirigirnos posteriormente a la estación de Vallnord, estación situada en las parroquias de Ordino y la Massana. Cuenta con 89 kilómetros de pistas y una infraestructura de las mejores de Europa. Después de alquilar los materiales de nieve en Pic Negre, nos esperaba una presentación de la estación que nos había preparado el staff de Vallnord.
Después, nos dividimos en pequeños grupos para disfrutar de una mañana de nieve. Nunca mejor dicho, por que comenzó a nevar de manera abundante. La estación es larga y puedes llegar a desorientarte en algún momento, pero la sensación de libertad y la fluidez de los remontes hacen que te olvides de dónde estás y que sólo pienses en disfrutar.
La mañana dio para mucho, pero un accidente hizo que el que aquí os escribe, rompiera uno de sus esquís, algo poco normal pero que me permitió hacer un viaje de regreso en moto de nieve hasta Pic Negre para hacer el recambio de esquís. La experiencia fue mucho más completa… pero mejor no tener que repetirla.
La comida era otro de los puntos fuertes del fin de semana y el restaurante de Vallnord era un objetivo apetitoso después de toda la mañana haciendo deporte. Tienen más de un restaurante, con diferentes precios y calidades. Pero a nosotros nos esperaba comer en el restaurante de Pal, un restaurante a pie de pista con gastronomía local, donde se puede degustar un buen menú a precio asequible.
La nieve no nos había abandonado durante toda la mañana ¡había sido perfecto!. Después de los cafés nos bajamos al hotel, un poquito de compras (como no), una ducha y un descanso nos llevarían a la cena. En dirección a la pista de atletismo del Principado, una típica borda andorrana nos permitiría degustar la gastronomía local. La Borda Estevet es un restaurante de Andorra la Vella donde los propietarios hicieron un gran trabajo de restauración del antiguo establecimiento. Eso lo ha convertido en un restaurante acogedor, con una gastronomía rica en carnes y comida local. Y con unos postres que te hacen perder el sentido. Si a todo eso le unes la compañía perfecta y una conversación amigable, la noche puede ser perfecta, el sitio da mucho de sí.
Después de una magnifica cena, tomamos una copa en el Buda Bar. Fue el final de un día perfecto. Las suaves sábanas del hotel Delfos harían las delicias de nuestros cansados músculos.
El domingo el despertador nos llevó hasta un desayuno ligero: los chicos de Estiber nos avisaron que en la estación de Grandvalira nos tenían preparada una sorpresa. Una bandeja repleta de croissants, donuts y mini bocadillos nos esperaba a cada uno de nosotros después del viaje en autobús hasta la estación, Nieve, hielo y un paisaje fantástico hizo del trayecto algo especial. Y como no teníamos que conducir, disfrutamos aun más…
Grandvalira era nuestro destino: la estación con el dominio esquiable más grande de los Pirineos, con 193 kilómetros de pistas y más de 50 años de historia.
El sol presidía el día y la estación estaba a punto de ser nuestro lugar de recreo. Desde el telesquí podíamos disfrutar de la visión de uno de los snowpark más potentes de Europa. La nieve era casi perfecta. ¿Qué más le puedes pedir a una estación?
La mañana fue fluida y entre bajada y bajada pudimos ver un alud (por suerte, sin consecuencias). Pero eso nos recordó los peligros que tiene el “fuera pista”. Ultima bajada y a comer a la arrocería, un lugar exquisito donde las vistas son impresionantes y la comida hace que el fin de semana nos siga sorprendiendo: Arroz de montaña, cochinillo, ensaladas y un picapica, que nos permitirían volver a nuestras casas con la barriga llega y contenta.
Al poner los pies en Barcelona pensé que había sido una aventura agradable. Se nota que en Estiber están acostumbrados a organizar este tipo de viajes y a hacer que la gente se lo pase bien. Todo muy cuidado, con unos monitores que continuamente están al tanto de lo que ocurre y que te ayudan en todo momento. Y sobre todo me quedó con el detalle más importante : la amistad y la complicidad que llegas a establecer con tus compañeros de viaje, y la facilidad y el relax que sientes al dedicarte simplemente a practicar tu deporte favorito, sin tener que pensar , preocuparte ni organizar nada.
Nosotros hemos disfrutado cada segundo de esta Cool Experiences. Esperamos que vosotros podáis vivir la vuestra en cualquier momento.