El instante de Deep Bright

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Sólo, en medio de una atmosfera de blancos y negros, rallada por el propio ruido de la cámara, encontramos a Ethan Egiguren. Alguien solitario… No, él jamás está sólo; siempre va acompañado de paisajes mágicos, mareas con subidas y bajadas frías y temporales que atemorizan a más de uno. Aunque no es su caso. Está claro que para él, el miedo no existe, o tal vez, lo conoce al salir del agua y dejar su casa.

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El pasado viernes, cuando el sol ya dejaba el día, se presentaba el film de Guillem Cruells: Deep Bright. Un corto que ha demostrado el talento del protagonista, y el de Cruells. Mezclando los colores de la naturaleza con escenas en blanco y negro – acompañadas de la música de Nerobambola – Guillem Cruells sabe reflejar el estilo de Egiguren, y también, el sitio en el que lo practica. Nos llena de envidia, aparece el mono por surfear y sobre todo, por querer estar en la piel de aquel joven sobre la tabla.

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Quizá es por eso que la sala entera, prácticamente llena, nos quedamos mirando fijamente la pantalla durante toda proyección del vídeo. Sin casi tener tiempo para hacer otro sorbo a la cerveza. Cada pestañeo demasiado largo, cada movimiento de cabeza o comentario al compañero podía hacerte perder el instante. El choque de la ola contra la roca; las espumas de olas rotas que doblaban la altura de Ethan; o uno de segundos en los que únicamente veíamos textura. Y que sin saber por qué, también era mágica.

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Así que hay que agradecer a Ethan Egiguren por volver a ponernos la piel de gallina, por odiarlo al no poder estar en ese momento en el agua, y también a Guillem Cruells, por mostrarlo con escenas que no siempre eran del mar.

Texto: Sandra López García
Fotografía: David Botello

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